viernes, 11 de abril de 2025

Manzanilla no hay

 -Ponele que traiga la manzanilla esa que acá no se consigue.

-¿Por qué acá no se consigue?

-Porque es una variedad que necesita poca luz, y acá luz es lo que sobra. 

-Ah - asiente con la cabeza - Ya le puse. 

-Y que por favor se duche antes de venir, la última vez tenía un olor horroroso. Y que venga pronto, extraño la manzanilla y duermo mal. 

-Qué chistoso… - menea la cabeza. 

-Lo del olor es verdad. Estuvo con no sé qué familia que tenía una energía tan densa y espesita que se olía. 

-No, lo de dormir, digo, qué chistoso.

-Ah, jeje. Bueno, ponele que me mejora el humor. 

-¿Le cuento lo que estuviste haciendo en este tiempo?

-Si, decile que la fotosíntesis produjo excedente de oxígeno y te pusiste rarito.

-Cómo estamos, ¿eh?

-La humedad me pone de buen humor.

-Bueno, listo. Me cansé. La próxima carta se la escribís vos. Ya me toca a mí llevarla, de eso no  zafo. Así que la escribís vos, que eso sí podés hacerlo.

-Vos tenés letra más linda. Dame que firmo. 

-Yo le voy a poner la huellita, de firma, queda más tierno. 

-¿Vas a quedarte allá unos días?

-Si me dan pollito o atún, puede ser. 

-Listo, ya está. Que los vientos te sean propicios y el agujero sea veloz y tibio. 

-¡Hasta la vuelta!

 

Se alejó de la maceta y se acercó al espejo. Se reflejó en él: un hermoso gato gris, peludo y elegante. Les juro que le vi un gesto de picardía. Y atrás en el reflejo, el potus agitaba una ¿mano? en señal de despedida. Les juro que sonreía, aunque no tenía boca. 

El gato atravesó fluidamente el espejo.

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