Rosalía abre un ojo y se refriega el otro mientras escucha a su mamá que levanta la persiana.
- Buen día, mami.
- Buen día, pimpollo. Tulín tulín. ¿Vamos a pasear hoy?
- ¡Si! ¿A la plaza? - se incorpora con entusiasmo.
- Después. Primero vamos a la casa de la tía, que no anda bien.
- Ella no anda bien muchas veces. Es lo que come, que le hace mal - se sienta en la cama y se va vistiendo.
- Está triste, y decaída, eso no es por no comer - le ayuda a ponerse el pulóver.
- Está "deprimida", y una vez le pregunté qué era eso, y me contó que siente como un vacío en alguna parte que no está en el cuerpo, pero es como un agujero que se chupa todo. ¿No?
- Algo así, claro. Y no es por no comer.
- Es por comer mal, por comer porquerías. Cuando yo tengo hambre, siento como la pancita vacía y vos me decís que no coma porquerías, por eso como comida y estoy bien, no me enfermo. Pero ella siente el vacío ese y come porquerías: mira el noticiero, la novela esa que es horrible y vos no me dejás que la vea pero una vez espié y qué fea es, no sé por qué les gusta eso, una chica decía "no me podés tratar así", y lloraba, pero lo agarraba al tipo en lugar de dale un empujón y escaparse, porque si la trataba así para qué lo quería agarrar.
- Rosi, son cosas de grandes, por eso no entendés.
- La abuela dice que no son "cosas de grandes", dice que están enfermitos. Yo hice un pacto con Julita, que si una se pone así de enferma, la otra le va a dar un buen sacudón, para espabilarse.
- Listo, a desayunar, que sino no vamos a poder ir a visitar a la tía.
- Bueno. Hoy voy. Pero si sigue así le voy a avisar que voy a ir menos, porque verla a ella cuando se pone así es como comer comida de porquería.
- ¡Ay, no le digas eso, pobrecita, ella no lo hace a propósito! No le va a hacer bien que le digas eso.
- Capaz que sí.
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